domingo, 21 de agosto de 2022

tras los ojos de la verdad-alimañas asesinas 3º

Dossapsos meditaba profundamente de camino a casa. Tras remirar el contacto que angélica le había dejado, llamó a Antonio, uno de los compañeros de Miguel, que ahora era guarda espaldas privado, y empezó a rumiar en su mente un miedo extraño. Los hermanos del batallón nunca habían necesitado dinero, pues eran un grupo político que solo se dedicaba a limpiar la ciudad al estilo de otras organizaciones de extrema derecha y la mayoría de sus integrantes no necesitaban dedicarse al narcotráfico porque poseían empleos fijos, muchos como policías.
Tampoco era probable que quisiesen montar un negocio propio solo para joder a los inmigrantes que traficaban, pues si fuese así con el movimiento que habían hecho ya les hubiesen atacado. Tenía que ser un movimiento muy pequeño, continuado en el tiempo y, sobre todo, que no levantase sospechas ni 

No, algo horrible estaba naciendo en ese mismo instante y, cuando lo hicieran nacer, con su espasmo de vida, arrasaría la ciudad entera. 

En mitad de sus pensamientos, Antonio descolgó.

Hola-dijo, con un tono ronco- tú eres la detective ¿No?

Si, soy yo-dijo Dospasos- soy amiga de Miguel. Es que, verás, me gustaría preguntarte una cosa sobre un tal Pedro Bardaji. No sé si te suena.

Emmmm-El guardaespaldas comenzó a hacer ruidos con la boca-ah si, el chivato. En fin, una amiga de Miguel es amiga mía ¿Qué necesitas?

La cosa es que...-en ese momento bajó la voz un poco-ha sido asesinado. La policía no lo ha descubierto, pero sospecho que pronto lo hará.

Oh, bueno, se veía venir-contestó Antonio tras unos segundos-con ese rollo de ser un punto nazi siempre estaba con broncas, porque sabes a nadie le cae bien un tío que insulta a tu mujer por ser negra o cosas así. Antes de su movida con la actriz ya era poco querido y un mal profesional. Cualquiera del gremio te diría esto. Desde que lo conozco siempre había estado emocionado con su puta secta fascista y con las cosas que hacía. Luego, con lo de la actriz, se sentía maravillado el muy gilipollas.

Sin embargo-el guarda espaldas hizo una pausa dramática-hace unas semanas, los compañeros que aun le aguantaban comentaban que estaba como callado, taciturno y que se pegó varios días sin hacer comentarios de mierda. Sinceramente no le di mucha importancia, por mi como si se lo tragaba la tierra ¿Sabes? pero ahora que lo dices puede que estuviera metido en algo muy gordo, solo o con su hermandad. Por lo que sé, cogía cada vez menos turnos de noche y nunca daba explicaciones. Es muy importante hacerlo ¿Sabes?

No sería la primera vez que una organización se dedica al crimen-Dospasos pensaba en casos muy concretos.

Creo que con esto, sé por donde tirar-dijo Dospasos-te debo una. 

No hay de qué-respondió su interlocutor.

Dospasos sabía que, de buscar algo que entraba y salía de la ciudad, debía buscar a quien hacía entrar y salir cosas de la ciudad.

El antiguo centro estaba en mejor estado de lo que ella recordaba. Las pintadas con frases como "abajo la violencia patriarcal" o "Yo sí te creo", decoraban las paredes de la base de "las hijas de la ira" y le trajeron recuerdos de su adolescencia. Miles de imágenes, sonidos e historias vinieron a su mente y vio, de nuevo, a una Margarita mucho más salvaje que la actual. Sintió una llama, avivada por todas esas sensaciones, pero decidió apagarla. Necesitaba concentrarse.

Las hijas de la ira fue un grupo armado y horizontal surgido durante los años noventa. Durante esa época se sucedieron agresiones machistas a mujeres, violencia sexual y otras atrocidades. Siempre se especuló sobre la idea de que pudo haber algún tipo de organización, pero nunca hubo nada claro. A raíz de eso, muchas mujeres comenzaron a organizarse para defenderse. Al principio, eran solo pequeños grupos que se acompañaban al salir del trabajo o de fiesta. Luego siguió la defensa activa y el contraataque, contra cualquiera que hubiese cometido agresiones. Cuando se quisieron dar cuenta, eran un grupo armado, bien preparado y organizado que había pasado a la ofensiva. 

Margarita simpatizaba con la idea de mujeres armadas defendiéndose a sí mismas, sin embargo sentía pena por el cambio que había pegado la organización. Una de las cabezas destacadas, Sara Gutiérrez, fue famosa por mantener la línea dura de los principios de la organización, cuyo objetivo principal era la protección de las mujeres. Sara, que era reconocida por sus atracos a bancos y sus masacres en burdeles, vivía en los recuerdos de Margarita como la señora amable que le regalaba caramelos y contaba cuentos a los niños del hospital. Ilusionada por esos recuerdos, pasó por la puerta y, inmediatamente, fue apuntada por dos rifles. Dos mujeres, anchas y con brazos fuertes, cubiertos de tatuajes, la miraban con sorpresa, escondidas detrás de esas armas. 

Dospasos recordó que, tras la muerte de muchas antiguas militantes, las hijas habían degenerado, a veces por error, otras por codicia y otras porque, como todos, fueron victimas de las circunstancias. El grupo se centró cada vez más en el trafico de armas y, aunque seguían luchando, habían perdido ese norte, como muchas otras organizaciones antes  de esta. 

Tras varios segundos, una de la guardianas la reconoció.

Tú eres-dijo con mucha confusión-¿Margarita?

La misma-dijo, sonriendo-hola, Eva.

Eva empezó a sonreír de alegría y le dio un manotazo amistoso en el hombro para, acto seguido, dirigirse a su compañera, que también había bajado el fusil-mira Lucía, nos han hecho una visita de cortesía. Ay, no te veíamos desde que empezaste la carrera...pero pasa mujer, que no mordemos.

Margarita empezó a reír, pero, al instante recordó por qué había venido y, la cálida sensación de la nostalgia, desapareció de un plumazo.

En verdad-dijo con un deje sombrío en la voz-he venido por temas del trabajo.

El rostro de las hijas se volvió serio.

Anda que-contestó Lucía-para una vez que vienes, nos vas a buscar la ruina.

En realidad-dijo Dospasos intentando sonar conciliadora-no tiene nada que ver con lo que hagáis, sino con lo que hayáis podido ver.

Dependiendo de qué-dijo Eva.

Estoy investigando a la hermandad-dijo Dopasos mientras se ponía un dedo encima de los labios, simulando un bigote-han matado a un chico, pero también han asesinado a uno de sus chicos y creo que hay algo muy gordo detrás. Me gustaría saber si les habéis visto por los muelles o algo.

Las dos mujeres se miraron la una a la otra. Durante varios segundos, Margarita fue incapaz de averiguar cuales eran las emociones reflejadas. Tras varios segundos, Eva habló.

Técnicamente-dijo-nos han prohibido hablar de ello.

No-dijo Lucía-nos han prohibido liarnos a tiros con ellos, que es bien distinto.

Ya-Eva decía- pero sigue siendo largar cosas.

Da igual-Lucía dejó de mirar a su interlocutora-además, aquí el cerebrito lo iba a averiguar antes o después. Mira, hace poco estábamos por los muelles y vimos como en el  puerto número diez, el que supuestamente está abandonado. Nos acercamos a pipear y vimos a varios miembros de la hermandad descargando cajas. Al día siguiente le preguntamos a alguien y nos comentó que llevan haciéndolo un tiempo.

Nunca es algo demasiado grande-empezó a largar Eva- siempre son pedidos pequeños, pero llevan bastante tiempo con esas actividades. Informamos en la asamblea, pero nos han sugerido que nos mantengamos al margen.

La conversación siguió el curso normal. Tras una charla, las dos militantes se despidieron de Dospasos diciendo que cuando se traía a la novia. Dospasos volvió a casa, meditando sobre todo lo que sabía ahora. Cunado llegó a su hogar, se encontró a  Angélica. Su cara era ansia viva.







lunes, 15 de marzo de 2021

Tras los Ojos de la verdad. La reina caída 1º parte 2.0

Nota aclaratoria: Esta historia es una versión renovada de la primera y original, cuyo enlace os dejo aquí. Los motivos son que he cambiado mi perspectiva y, releyendo el relato que escribí hace cinco años, me parecía bastante cliché. Por eso, he optado por reescribirlo en una entrada diferente pero dejando la otra. Si alguien quiere saber como es, aquí está el link https://wwwelricondelmonstruo.blogspot.com/2016/06/tras-los-ojos-de-la-verdad-la-reina.html


Mes: 250


Despertó, a su manera, con las pestañas enredadas entre sus pensamientos y la banda sonora de sus  bostezos con el despertador. Asumió lentamente que tendría que resucitar de su paraíso hecho de tela y plumas, mientras recordaba esa frase que leyó por facebook que decía: tu no odias los lunes, tu odias el capitalismo. Mmmmm malditos lunes, maldito capitalismo y malditos filósofos-alcanzó a gruñir mientras se buscaba así misma, y a un buen café.

Al cabo de un tiempo de tantear la cocina encontró la cafetera y mientras veía como sus futuras energías se deslizaban hacia el recipiente de cristal, Margarita escuchó como sonaba el timbre. NOOO, AHORA NOOO-se dijo mientras movía las pestañas y se giraba muy lentamente para comprobar que no, no era una ilusión, estaba sonando el timbre dichoso. Se puso el chándal como mejor pudo mientras se colocaba un sujetador, invento del diablo, para parecer un poco civilizada y mientras se colocaba una camiseta limpia y decente salió a ver quien diablos era. Abrió la puerta y se encontró delante de sí a un hombre, cercano a la treintena, delgado pero no en exceso y una carita limpia, su tallaje estaba revestido con un traje con corbata y un aura de formalidad que se contrastaba con su rostro enlegañado y des arreglado acompañado con una vestimenta cutre a más no poder.

Espero no importunarla señorita Dospasos, verá soy Samuel López el caso es que vimos su anuncio en su blog... si es molestia volveré otro día o más tarde-dijo un poco atropellado-
pase; contestó Margarita con sequedad, mientras acompaña a López hasta su despacho, situado a tras la puerta izquierda del vestíbulo.

Samuel se sorprende del espartanismo, dista mucho del ambiente sistinesco de los despachos de empresarios, a veces verdaderos santuarios de arte reservados sólo a los señores del culto. Margarita se sienta en su lado de la mesa, observando fríamente a Lopez mientras que este se sienta de forma nerviosa en la silla del lado derecho, su actitud distante e incomoda a la par de su comportamiento extraño grita un sólo sentimiento: Me han encasquetado el marrón y tú no eres una de esas cifras o datos que se me dan tan bien, mala suerte chico, mala suerte.

¿Y bien?- preguntó Margarita clavando sus ojos verdes y profundos en su mirada consiguiendo así desestabilizar a su cliente que sacaba de forma desordenada y nerviosa, como una copia de sus pensamientos, los archivos de la carpeta con el logo de la empresa. Hermanos Carcera, son famosos y sus negocios controlan media ciudad, dominio familiar.

Verá, desde hace unos meses el Sr Carcera está tratando con los habitantes de los barrios San pérez, el pinar y la colina para conseguir esos territorios y edificar las nuevas urbanizaciones con...
Gentrificación, se llama gentrificación; le cortó Dospasos mirándolo fijamente y de forma tranquila pero contundente, haciendo que el aire se fuese haciendo más pesado en la sala.

Su interlocutor fue atravesado por la contundencia sutil de Margarita poniéndose nervioso

-si, la empresa lleva ya dos años intentando hacerse con la zona para edificar, hemos comprado en los limites de los barrios y en 6 meses comenzaremos a derribar y organizar construcciones, en fin... el caso es que la mayoría de los vecinos están en contra, levantan quejas contra nuestros contactos en el ayuntamiento y han organizado huelgas... pero eso, los más tranquilos
-¿ Y los violentos? que son los que seguro le han traído aquí
-Los violentos han organizado ataques a nuestras propiedades y oficinas, saben donde vivimos... su última actuación fue asaltar la vivienda del Sr Carcera y secuestrar a su mujer.

Un relámpago cruzó la mente de Dospasos  y tuvo que reprimir un gesto de sorpresa. Sabía que Carcera era una empresa con varios tipos de servicios regionales, inclusive algunas incursiones en el sector primario y un reducido poligono industrial de la localidad, entre ellos uno que hacía competencia a CIS.

Lo que usted me está planteando es serio, por curiosidad ¿su empresa no vigilará las casas de sus directivos?; Dijo Maragarita mientras el ejecutivo se ponía  cada vez más nervioso; oh, no me diga; continuó Margarita sin piedad; Si, lo estaban y ha venido por aquí para  no ir a la policía pues saldría a la luz dos cosas, uno que su empresa no puede contra unos barriobajeros pobremente armados y dos que se airearía toda la mierda de gentrificación ¿Me equivoco?-
No, no se equivoca; alcanzó a decir el ejecutivo con un hilillo de voz-
Muy bien, si no se me han incluido en los archivos quiero que me mande por E-mail todos los curriculums y datos personales varios de los empleados de seguridad ¿Espartan se llamaba, no?
- no, no puedo hacer eso...-
Oh, por favor espero que sea por que usted no tiene acceso a ello, porque si me dice que los derechos se lo impiden le diré que ustedes no se han saltado la convención de Ginebra con esos pobres diablos porque si no irían a la prensa y ustedes tendrían mala reputación y sería perjudicial ¿Quiere?; dijo Margarita tras ver que su interlocutor se había recompuesto de la paliza moral propinada pero que tras sus últimas palabras caía por vergüenza y culpabilidad al tiempo que ella le ofrecía un cigarrillo-
No gracias, no fumo; decía mientras se levantaba hacia la puerta viendo en ella el reducto de su dignidad- Nunca una mujer le ha dejado sin palabras ¿verdad?;dijo una Margarita concentrada en sus archivos.

El silencio de la sala fue su única respuesta.


Comenzó a ojear los archivos empezando por la historia del barrio desde que se creó hasta la actualidad, parecía el típico caso de barrio construido cerca de las fábricas. Problemas de criminalidad, segregación social y movimiento reivindicativo era el espíritu y la columna de esas titánicas bestias de hormigón y ladrillos, no muy diferentes a su hogar, que defendían su esencia.
Tras revisar las  finanzas de las empresas y la inversión que suponía esa constructora y la información del proyecto.
A la hora le llegó el correo, tras descargar el PDF se limitó  a observar por encima las caras y los datos de los empleados, analizando sus rostros. Todos tenían las pintas de gorilas y el pasado violento, pijo o una conjunción de ambos solía ser lo más común hasta que reparó en uno de ellos, un tal Emilio Navarro, que parecía un tipo bastante simple. Aunque, debido a su historial de catetismo profundo y las puntuaciones bajas en teses de inteligencia, su apariencia de poco dado a meterse en líos hizo sospechar a Dospasos y rápidamente buscó como acercarse a él sin levantar sospechas. Pensó en que podría pasar por una periodistas, interesada en el funcionamiento del gremio del segurata. Tras un vistazo a las redes de Navarro, bajo un perfil falso bien construido, consiguió una entrevista con el empleado. Justo cuando iba ponerse otro café, sonó el móvil. Una voz conocida pareció remover y mezclar sentimientos en su cabeza.

¿
Que quieres?-gruñó Margarita

 Saludar y confirmar que vas a timar al que tiene más pinta de merluzo...periodista ¿verdad?-la voz al otro lado parecía divertida.

Mmmmm Sofía ¿como... no me digas que trabajas para esta gente?-Preguntó, Margarita, con sorpresa.

Si, verás, aglutinaron mi buffete y bueno, yo me libré de las purgas del Sr Iosif Carcera-Sofía no podía tomarse nada muy serio

 Y entonces, cuando invitaron muy voluntariamente a su mujer a irse de vacaciones a un zulo pensaste en mi para el trabajo-señaló Dospasos
 
Lo que quiere decir que me vas a agradecer el alquiler y tus cafés-La cara de Margarita era un poema que traía recuerdos de amor y exasperación

Te vale que te invite a una cerveza en...¿cinco días?-La detective esperaba, sin exito, negociar con la abogada,

 me vale con ver tu cara de mofletes hinchados-las risas de Sofía comenzaron a suavizar el enfado inicial de Dospasos

Yo nu tengo los mofletes hinchados-La detective se vio incapaz de responder otra cosa.

Claro muñequita, adios-dijo, entre risas, mientras colgaba imaginando la cara de orgullo herido de Margarita.

Margarita abrió la puerta y bajó hasta la parada del bus de allí fue hasta el barrio la colina, tras evaluar la situación haciéndose pasar por estudiante en busca de pisos de alquiler volvió a su casa y al llegar encendió el portátil, siguió analizando las redes de todos los trabajadores, pero solo el perfil de Navarro le parecía un hilo del que tirar, aunque una 

Después de volver a hablar con gente del barrio, averiguó que las acciones violentas eran un recrudecimiento de las relaciones entre las cabezas del barrio y los ejecutivos pues estos últimos habían comenzado acciones violentas, mandando a agentes de Espartan y financiando a la policía para que recrudeciese el paso y las detenciones. También apoyaban a los colectivos neo nazis para que atacasen estos barrios ya que estaban llenos de inmigrantes. Dospasos llegó a la conclusión de que esa parte de la ciudad se iba a convertir en un hervidero y si no estaba posicionándose en el lado equivocado de la guerra "Bah; pensó; tonterías mías" fue lo único que pensó. Luego fue al ayuntamiento a investigar los casos de detenciones y de acciones de la empresa. Las acciones violentas se correspondían con las actuaciones contundentes y poco deportivas de estos. Volvió a su piso y atendió los casos de extorsión que sufrían dos chavalas por parte de un posible ex novio. Les dijo que en una semana estaría con su caso. Con el paso de las horas llegó el viernes por la noche. Habían quedado en el bar vosnagantov, propiedad de una conocida de Margarita donde servían un pescado regado con vino estupendo. Se colocó, aparte del 38 que siempre llevaba en el bolso y una ropa muy formal, que, a su juicio, causó buena impresión en el tipo.

Se sentaron en una mesa de la esquina, la dueña le hizo un guiño a Dospasos para que comenzase la función. Dospasos procedió con la supuesta entrevista, con un tono bajísimo al principio, para que se confiase, para luego llegar a las preguntas interesantes, mientras la dueña cargaba más las copas deñ "entrevistado". En un momento determinado Margarita, cuando ve que su juego y el alcohol han mellado al tipo, decide preguntarle, comentando "fuera de entrevista" que qué opina de las actuaciones de la empresa en los barrios del este. El tipo se pone nervioso, duda, pero, al final le dice que "en un lugar más privado, le dará cierta información que puede serle de utilidad si le interesa el tema". Pagan la cuenta a medias y salen del restaurante, dirección al aparcamiento

Fueron en su coche hasta la casa y la llegar a ella en la que fueron hasta la habitación, aun que Dospasos vio que las puertas se abrían con demasiada facilidad se limitó a martillear el 38 que llevaba en bolso y a encender la grabadora del bolsillo. Cuando de repente las sombras se movieron por la casa como depredadores cercanos a la presa y observó la mirada Emilio que iba profundizándose mientras sacaba el cuchillo de su alcoba.

¿En serio creías que nos ibas a engañar? ¿Qué no te íbamos a pillar?...eres una de sus perras, y morirás como ta-dijeron al unísono todos.

Continuara...

miércoles, 27 de enero de 2021

historia para lesbionica: hacha y ruina

La vida era difícil.


Correr detrás de cualquier pieza de mecanismos perdida no era una vida justa para nadie. Elia no había conocido otra, pero eso lo sabía. Muchas noches había soñado con otra vida, pero era eso, sueños. Sabía que estaba encadenada a su vida y a su entorno. Nadie que ella conociera había escapado de eso y quienes lo habían intentado, bueno, eran solo un recuerdo.


Eso era todo lo que sabía. Rebuscas entre los restos, encuentras tecnología y si una sombra o la fatalidad no lo quiere, llegarás, con algo de ahorro, a viejo. Pero nadie vive tanto. Las sombras y la fatalidad son como lobos que dan caza a los desesperados y perdidos.


Iba con esos pensamientos bailandole en la cabeza mientras se dirigía, hachas en mano, a una parte poco explorada de la vieja factoría de robots. No había oído de nadie que hubiera pasado por ahí, ni las referencias sobre los objetos que pudiera encontrar eran claras, así que se lanzó a explorar. El camino hacia el lugar atravesaba un túnel de transporte semi abandonado, así que lo cruzó en silencio y  sin detenerse, con la única compañía de sonidos que creaban monstruos en su mente. Cuando salió de aquel submundo, lo que vio, le produjo desasosiego. Como un gigante muerto, la vieja factoría se encontraba ahí plantada, viendo pasar los años. Era fría, sucia y sus estructuras eran huesos hormigonados en camino de pudrirse. Un escalofrío sacudió a Elia, que, sin quererlo, agarró más fuerte sus dos hachas. Su rosario particular. 


Los muros grises, aun con el moho, parecían fuertes y era lo único que le inspiraba confianza. El ruido del viento, el olor a óxido y la suciedad del suelo solo hacían que aumentar la atmósfera de muerte que se sentía en ese lugar. Cruzó el umbral de la puerta y se lanzó hacia dentro. Sus pies crujian sobre la amalgama de restos que cubrían el suelo. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad de las ruinas, disfrutaban de la poca luz que se colaba por los agujeros del techo y las ventanas rotas. Siempre vigilantes, se movían en todas direcciones, escuadriñando cada rincón.


Fue entonces cuando lo notó.


No fue un movimiento, ni un sonido. Ni siquiera un olor. Fue un pensamiento en su cerebro, una llamada de atención de su instinto que fue creciendo. Desde la posición donde se encontraba, no podía oírlo pero Elia sabía que estaba allí, esperándola y acechando desde las sombras. La sensación aumentó, al ritmo que sus latidos crecían en número e intensidad. Sus manos, aferradas a las armas, se cerraron con fuerza.


Empezó a oírle, caminando por las vías, respirando, a muy bajo sonido, mientras se acercaba a ella. Fuera lo que fuera que remataba sus pata, se sentía cada vez más fuerte y el sonido era cada vez más duro. Fue cuando dejó de oírlo, que supo que el combate había empezado. Aunque solo había silencio, sus instintos le hicieron girar lo suficientemente rápido como para alcanzarle un hachazo en el cuerpo. Cuando la buscadora tuvo a la criatura frente a frente pudo observar con horror la sombra que tenía enfrente. El hachazo había alcanzado a lo que suponía, pues era difícil saberlo, era el costado derecho. Una amalgama de brazos, medio biológicos medio mecánicos, salían desde distinzas partes de su cuerpo. Los cables cruzaban su cuerpo. Una piel blanca era lo que le cubría y una horrible cabeza era la que coronaba aquel cuerpo monstruoso y deforme. Aquella sombra le chillaba, con ira y dolor. Elia tomó respiración y esperó a que el monstruo se lanzase contra ella. La criatura saltó y la buscadora se tumbó para poder clavar sus hachas en el bajo vientre de la sombra. La criatura volvió a gritar y no le dejó aprovechar su ventaja, pateando a Elia cuando se puso a su espalda. Elia salió volando y, cuando tocó suelo, rodó hasta darse con la pared. Cuando pudo reaccionar, vio al bicho encima de ella. Por unos pocos segundos, la sombra pudo morderla, pero consiguió apartarse y ponerse de pie. La criatura, ya furiosa se irguió para dejar caer sus extremidades pero Elia aprovechó para saltar y clavarle las hachas sobre su pecho. El acero se hundió entre los mecanismos y la carne, alcanzando las vísceras de la criatura. Un grito fue la señal de que las hachas la habían cortado por dentro, mientras la sangre bañaba a Elia, bautizada con la vida que la sombra iba perdiendo.


Elia se limpió la sangre de los ojos y comenzó a inspeccionar el lugar. Los montones de basura se sucedían y los arcones manchaban el lugar. Cogió un hierro largo y empezó a usarlo de palanca. Tras romper varios arcones, encontró lo que buscaba. La felicidad se desvaneció cuando escuchó las pisadas y tuvo que salir corriendo.


Y así, día tras día.

miércoles, 6 de enero de 2021

historia para arMario-paseo fatídico

 La tarde veraniega era cálida y agradable. Habían drenado el estanque del parque y, su olor, era lo único que estropeaba el maravilloso ambiente. El suelo estaba limpio, exceptuando por los pequeños restos del botellón de hace varias noches. Los jardines crecían en los laterales rodeando el estanque, mientras que, a ambos lados del camino que cruzaba el parque, se levantaban hileras de arboles muy variados que llegan hasta el final.

 En ese momento, Emilio, paseaba, pensando en sus cosas y mirando el estanque como si fuera algo a varios kilómetros. Los pensamientos, simples y sin ningún propósito viajaban por su mente y le impedían disfrutar de la belleza de lo que veía, aunque, para su desgracia, podía seguir oliendo.

De hecho fue el olor lo que consiguió focalizar sus pensamientos en la roña que manchaba el suelo del lago artificial. Contemplar la asquerosidad le hizo percatarse de un pequeño objeto, de color blanco, que estaba en la esquina más cercana a él. Emilio saltó al suelo y lo recogió. Mientras salía lo examinaba. Era un usb cualquiera, sin nada que resaltar. Blanco, con el tape desgastado y una cuerdecita negra al final. Emilio no pudo dejar de pensar en él, durante el camino de regreso a casa, aunque estuviera en su bolsillo y todo lo que le rodeaba hubiera podido captar su atención.


Ya en casa, encendió su portatil y, a la pobre luz de la vieja lámpara de su habitación. Conectó el usb, tras dejar de escuchar los sonidos de carga, y abrió el icono. Había solo archivos jpg con nombres poco específicos como "dibujo al atardecer" o "pintado en Abril de 2005". Muchos eran paisajes o bocetos de animales. Algunos eran bastante normales, pero otros presentaban formas muy extrañas. Emilio no le dio importancia y pensó que debía ser obra de varias personas, o de una sola, que había sufrido una evolución artística. Intentó buscar marcas de agua o buscar imágenes con Google pero no había nada. Ni cuentas de insta, ni patreon ni nada. Tras meditarlo un rato, decidió que imprimiría una de las fotos y la colgaria por el campus y otros sitios de alrededor buscando al dueño o dueña de las imágenes.

Hizo su tarea de la Universidad, aunque tuvo que rehacer la debido a que su cabeza estaba ahora poblada por las imágenes de los paisajes y los animales. Consiguió terminar la tarea y fue directo a cenar.

Tras la cena leyó un poco y se durmió. Un sueño nació en su mente. Se vio a sí mismo corriendo por los campos de los dibujos. Era hermoso, aunque le invadía la sensación de que no podía dejar de correr. Emilio corría en línea recta y cuando iba a pegarsela con un muro, se despertó.

Pero no en su cama. Sino frente a su ordenador.

Emilio cabeceó, dubitativo. El hubiera jurado que, de habérselo preguntado alguien, se había dormido en la cama pero, como llevaba sin hacerla varios días, no podía asegurarlo. Se fijó en la pantalla y vio que estaba frente a los dibujos. En concreto uno que se titulaba "el sol en tista". Era un paisaje que bien podía ser una pradera que terminaba ante unas montañas. Sin embargo, la pradera, de un color rojo que parecía antinatural, tenía varios montículos que la surcaban de un lado a otro. Era imposible no notar como se elevaban los montículos y el gran terreno que ocupaban. Las montañas eran extrañamente triangulares y parecía que no tuvieran fin. Entonces, reparó en el bosque. Parecía denso y profundo, provocándole una extraña sensación. Tras mirar el reloj, decidió irse a dormir tras apagar el ordenador. Siguió teniendo el mismo sueño, pero no volvió a levantarse.

Cuando despertó, con el sonido de la alarma, se quedó mirando al usb, que seguía conectado a su ordenador. Lo sacó y se lo llevó a clase para revisarlo con sus compañeros. El camino a clase fue confuso, lo hacía desde mucho tiempo atrás pero hoy parecía distinto. Había cosas que no debían estar allí y la sensación de que algo lo acechaba era constante. 

Cuando entró a la Universidad, notó una mano en la espalda y un terror primitivo lo invadió. Cuando se dio la vuelta, vio que era su amiga. Charlaron un rato y cuando vino la novia de ella, sacaron sus apuntes. Pasado un rato. Emilio no pudo aguantar más y les contó sobre el usb y todo lo ocurrido. La pareja creyó que le estaba vacilando y cuando vieron que iba en serio, le escucharon y le calmaron. La época de exámenes estaba cerca y los nervios pueden con cualquiera.

Emilio se sintió algo mejor o, al menos, se obligó a pensar que ellas tenían razón. Las malas sensaciones seguían allí y solo con mucho esfuerzo, pudo concentrarse y estudiar un poco. Las visiones lo acompañaron de camino a casa. Cada vez notaba más un peso en su mente. Un peso que lo empujaba a cualquier lugar donde pudiera conectar el usb, forzándole a mirar las imágenes. Llegó a casa con sudores, con las manos temblando y dudando de si era él. Era incapaz de resistirse y acabó encendiendo el ordenador. Su dedo movía el cursor sin que el pudiera evitarlo, pasando de imagen en imagen. 

Cada paisaje era más agobiante. Cada criatura más aterradora.

El torbellino de dolor lo ahogaba. Sentía una presencia que se acercaba más y más. En su cabeza resonaban ecos de algo muy antiguo, algo que se había trasladado desde un viejo pozo de maldad a aquel maldito aparato, hecho para corromper el alma y destruir la humanidad de quienes lo tocaban. Emilio lloraba y tuvo que cogerse la mano y la agarra con la otra. Sus pies se quedaban quietos pero con un gran dolor, y un inmenso esfuerzo, logró moverlos. Se arrastró, fuera de la silla mientras su cuerpo se retorcía. Acabó en el suelo, sufriendo y tenía que arañarlo para que su cuerpo no fuese a donde aquella cosa le ordenaba. Oía voces, cánticos, juramentos...algunos en su idioma y otros en una lengua que no parecía de este mundo. Con los ojos enrojecidos y con la mente embotada, logró  acercarse al ordenador y en un gran esfuerzo, sacó el usb del ordenador, pero aun así, la maligna influencia de lo que hubiera en ese usb, ya se había liberado. Las imágenes horribles seguían en su cabeza. Monstruos e infierno no dejan de cruzar su mente. Se arrastra hasta la puerta, consigue abrirla y, entre alaridos, baja rodando por las escaleras. Cuando intenta levantarse, algo lo empuja al otro lado o hacia el suelo.    Usando todo el poder de su rabia y locura, se lanza contra la puerta y sale a la calle.


Los viandantes asustados solo vieron a un chaval de veitipocos lanzar algo por la alcantarilla. Mirar a la nada durante varios minutos y luego, comenzar a reír de forma histérica. Nadie sabe que pasó  y sus familiares aun se preguntan que le pasó.


Una señora iba caminando por la playa y, en la salida de una cañería. Se encontró un usb blanco, con un cordel negro.

martes, 1 de diciembre de 2020

historia para Lorcas-hostia terrible


El pitido era suave. Lo suficientemente suave para que no se escuchase. Unas bragas usadas tapaban el altavoz del sistema de alarma. El suelo era un collage de objetos tan variados como desgastados. Envases abiertos de comida, herramientas, recambios...el frío suelo era difícil de descubrir. Si alguien prestase atención podría fijarse como, entre la roña y la basura, destacaba un camino formado por prendas de ropa que terminaba llegando a una puerta entreabierta. De esa puerta surgía un profundo ronquido, que hacía difícil escuchar cualquier tipo de sonido. Al otro lado, sobre una cama, una figura, de pequeño tamaño y color verde, duerme profundamente, con una baba saliéndole, en cascada, de la comisura de los labios. Cada cierto tiempo, su pecho se infla y, cuando se baja, un profundo ronquido, atascado en su pequeña nariz por una sustancia indeterminada, surge y se hace notar en toda la habitación. Sus tres ojos permanecen inmóviles bajo sus parpados. La alarma sigue sonando pero se funden con el silencio.

Es entonces cuando empiezan los movimientos y Sir-ro se activa.

Despierta, payasa-dice una voz robótica mientras le va lanzando objetos.

Los cacharros rebotan sobre la frente de la figura durmiente y, a medida que aumentan de tamaño, los parpadeos se van haciendo más rápidos. Una mano que aun no se ha desperezado acaba lanzando una pequeña herramienta al grito de "putisima cafetera".

Justo cuando la piloto se levanta, un temblor la empuja contra el suelo, frenando grácilmente la caída con el perfil de su cara, que adquiere una textura dolorosa y caliente.

Ah si- dice el robot-si no hace algo pronto nos la vamos a pegar contra el suelo.

¿Qué que?- es la única respuesta que puede articular mientras va retirando objetos del suelo y de la mesa-pero ¿Que ha pasado?

un enganche se astilló y nos hemos soltado de la plataforma-decía, al tiempo que revoloteaba, el robot-el resto es solo la ley de la gravedad haciendo lo suyo.

Seguro que es culpa tuya, maldito cacharro estúpido-los objetos que eran limpiados de la mesa iban a parar hacia el dron, que los esquivaba como bienmente podía.

Yo no fui-dijo después de descender para esquivar un termo- fue el desastre biológico que lleva, sin revisar los enganches, desde la última vez que tuvo contacto intimo con otro ser bilógico sin fines reproductivos.

Y después de un grito, volaron más objetos.

La piloto sentía como el traquetear de la nave solo hacía que aumentar sus nervios. El calor típico de un objeto entrando en la atmósfera a bastante velocidad, empezaba a ser una realidad cada vez más palpable. Los pitidos, las alarmas, su robot sarcástico y la certeza de muerte la estaban volviendo loca.

Rápidamente agarró los mandos y puso los sensores en marcha. La cosa era aun peor en datos, pues la velocidad a la que bajaban era demasiada como para que pudiera encender los frenos a tiempo, sin que la fuerza de estos chocase contra la inercia que había cogido la misma nave, lo cual la convertiría en chatarra. Consiguió, a duras penas, encender el motor, sin embargo faltaba romper con la caída en picado del vehículo.


Agarró los mandos y empezó a planificar la estrategia. Si no variaba el rumbo, no podría aminorar el efecto de la gravedad, pero necesitaba, por fuerza, descender hacia abajo para poder aterrizar, pues, si intentaba subir al espacio de nuevo, tendría que romper la atracción gravitatoria. Tomo aire y agarró con fuerza los mandos, esperando el momento oportuno para pegar el acelerón que le permitiría cambiar a un rumbo más perpendicular. Cerró los ojos y esperó. Hasta que llegó la sensación que cruzó, como un rayo, su mente.

Ahí apretó a fondo el turbo.

La velocidad se sentía en cada tornillo de la nave. Todos los cachivaches se fueron para atrás. Sir-ro se agarró a una baranda para no acabar igual. La piloto se agarraba y apretaba los dientes mientras leía los escáneres, esquivando miles de naves como si fuesen asteroides. Cada maniobra, especialmente las que tenían un rumbo descendente, ayudaban a aumentar el caos reinante. Los movimientos en zigzag castigaban a la nave y a sus ocupantes.

Finalmente, dando un volantazo, la piloto aterrizó bruscamente sobre una carretera polvorienta. La nave hace un surco en el suelo. A medida que va avanzando, su velocidad se va reduciendo.
Ante un expectante público, la piloto sale de una de las aberturas y comienza a saludar.

Ey peña-dice con una mueca de vergüenza-Ilinia ha llegado a la ciudad.

lunes, 9 de noviembre de 2020

historia para Ochimifune-la justicia de la montaña

 La montaña no era amiga de nadie. Ni noble, ni plebeyo. Ni laico, ni religioso. El frío y el viento eran lo único de ese mundo que no hacía distinción ante nadie. Eran igual de duros cuando su abuela caminaba por aquellas  sendas, y lo serían cuando sus nietos continuasen con el trabajo en la tierra. Pere avanzaba por los caminos de tierra junto a su compañeros remensas. El año había sido duro.

Desde el momento en el que habían corrido a palos a los cobradores del señor, solo habían sufrido. Pero mayor sufrir era sentir el yugo de la carga injusta, de la humillación feudal y asco profundo que sentían cuando miraban al castillo. Dos eran las cosas que les recordaban, cada día, su condición de siervos, la losa que su señor les ataba un poco más cada día. Nada más levantarse, notaban los callos, los mismos que habían surcado las manos de sus padres y madres, en sus palmas. Luego, al salir al campo y perfilada por la luz del alba, se alzaba la picota. 

El yugo del trabajo y el duro castigo. Pere sabía que lo hacía un payés. No había conocido otra vida y solo el escaso contacto con el exterior le ayudaba a imaginarse otra vida. Le había dado muchas vueltas, sobre en ahora, para distraer la mente de la dureza de la lucha. Nunca había compartido sus pensamientos pero sabía que rondaban ideas parecidas a las suyas por las cabezas de algunos de sus compañeros. Habían oido historias sobre dulcino y su revuelta. La idea de un mundo sin amos no era tan descabellada, sobre todo si podían vencer a esos amos en su terreno.


La guerra.


Pere manoseaba su hacha. Era basta y no había sido pensada para la guerra, como la mayoría de los que allí estaban. Combatir a las tropas señoriales era duro. El horror del primer combate se había enrraizado en su corazón y muchas eran las noches donde soñaba con sus manos cubiertas de sangre. El alma de quien pudiese resistir eso, sin flaquear, pertenecía a otro mundo. Los quejidos de sus compañeros lo devolvieron a la realidad. Muchos eran vecinos suyos, otros compartían señor. Llevaban más de dos meses en las montañas, manteniendo la guerrilla viva. No les disgustaba del todo el cansancio de la lucha pues, la hermandad que lo unía a sus compañeros más que cualquier fatiga que el trabajo pudiera darle. 

En ese momento, llegaron al punto de reunión y lo dispusieron todo para el ataque. Ocultos por los matorrales de la ladera o por el sotobosque al otro lado del camino, llegaban a sentirse parte de aquellos fríos y verdes montes. Apretaban, nervisosos, la roca con sus pies mientras su respiración acelerada contrastaba con el viento frío del noreste. La única música que podía oirse era el tensar de cuerdas.


Entonces llegaron.

Bien vestidos con los colores señoriales, avanzaban los guardias y sus protegidos. Sus cotas de malla y porte altanero eran lo único que los diferenciaba de los campesinos y, por eso, lo mostraban tan a menudo. Sus cascos parecían pegados a su dueños y a veces tenía un aura poco humana. Las espadas, lanzas y ballestas colgaban de sus manos y los escudos, a la espalda, se les hacían pesados. Sonó el falso ulular de un búho y los payeses saltaron a la batalla. Los de suelo los empujaron contra la ladera y sobre ellos saltaron quienes se habían quedado en lo alto. Arrinconados y sorprendidos, las tropas del señor se separaron, perdiendo la formación. Albert, uno de sus compañeros, se lanzó contra un chaval con armadura. Su espada cortó la limpia cara del chico. A Pere, sin embargo, le tocó el premio gordo.

Ante él se encontraba una mole forrada de cota de malla y telas azules. El odio en su mirada podía encoger el corazón de Pere, que consiguió esquivar milagrosamente la espada. El payes fue capaz de esquivar al soldado hasta que, en un golpe de suerte se colocó a un lado de su rival y logró poner el pie en el gemelo de su pierna izquierda, haciéndole perder el equilibrio, al mismo tiempo que le hundía el hacha en la espalda con toda su fuerza. El peso del esfuerzo, más un pequeño traspiés le hizo bajar su cuerpo más de la cuenta, haciéndo que se quedase a pocos centímetros del suelo.

Y eso le salvó la vida.

Solo un siseo familiar le hizo advertir la suerte que había tenido. Lo siguiente que vio fue un asta surgir del ojo de su compañero Albert. Una mala andanada de los soldados realistas había sembrado el caos en, la ya desordenada, escaramuza. Cogió un escudo abandonado y se abrió camino hasta el grupo central de sus compañeros mientras gritaba que se reorganizasen. A los quince segundos, una segunda andanada se lanzó, estrellándose contra un, improvisado, muro de escudos. Los payeses habían acabado con el núcleo duro y se lanzaron contra esos ballesteros aislados, los cuales acabaron huyendo camino abajo.

Tras un grito, los guerrilleros se unieron y subieron monte arriba. Pere y unos cuantos más estuvieron varias horas hostigando a los fugitivos, mientras otro grupo rastreaba más presencia militar. Tras varias horas, caminaron cinco kilómetros en dirección a otro condado para evitar las represalias.

El andar era cansado, pero más cansaba ser esclavo.



lunes, 21 de septiembre de 2020

Historia para Eli-fuego en el plató

 Se alejó lentamente del plató. Los ruidos que hacía la gente al recoger las sillas y todo el decorado móvil se iban apagando poco a poco. Hablaba con ellas de vez en cuanto. Julia, la que más tiempo llevaba ocupada con la limpieza, le hablaba muy orgullosa de un hijo suyo que tenía talento en el mundo de la música. Mientras caminaba por el silencioso pasillo que conducía al parking de los estudiso, se cruzó con Elena y Miguel, una pareja que trabajaban juntos en mantenimiento. Le sonrieron y hablaron durante un rato antes de despedirse. Por último Alicia saludó a la guarda jurado, mujer que, aun siendo de pocos amigos y muy seria, siempre le dedicaba un saludo amable desde la caseta en el aparcamiento. 

Les conocía desde hacía años. Cunado entró en el programa las relaciones eran extrañas, ellos, por costumbre, la miraban como si fuera de otro planeta. Ella se sentía fría, pues no lo entendía, hasta que descubrió la razón. Los invitados y  tertulianos habituales hacían como que no existían. Por ello, al principio, mantuvieron las distancias que se fueron suavizando gracias a la amabilidad de Alicia. Alicia fue conociéndolos uno a uno y ganándose su cariño y apoyo, sobretodo porque Alicia escuchaba sus problemas y les ayudó. A Julia le dio el teléfono de un buen abogado laboralista  cuando no quisieron reconocerle los Trienios, a Elena y Miguel les ayudó cuando el banco quiso echarles de su casa, poniéndoles en contacto con un sindicato de vivienda y a lA Guarda jurado le ayudó dándole cobijo cuando su caso de malos tratos se agravó, recibiendo apoyo legal y moral por parte de su organización. Gracias a su altruismo y amabilidad fue rompiendo esas barreras. Sin embargo, había algo más que buenas intenciones bajo la piel de Alicia. Una creencia en un mundo mejor inundaba su corazón. 

Desde joven apoyaba al partido.

Interesada, desde que empezó a pensar por si misma, en política, observó con atención como era el mundo y que lo movía. Buscó con paciencia un lugar en el que pudiera poner en práctica lo aprendido y luchar por la liberación de los desposeídos. 

Y lo encontró. 

En una huelga descubrió que había un partido que no solo la apoyaba, sino que había puesto todos sus esfuerzos en que saliera acabo. Con el tiempo, a medida que participaba en movimientos sociales, les veía participar y los admiraba cada día más. Un buen día, decidió que quería entrar dentro y, tras una asamblea de su barrio, habló con la señora que representaba al partido en aquella asamblea y le dijo que quería entrar

Alicia nunca había reflexionado sobre el tiempo que había pasado desde aquella asamblea de otoño, pero era el suficiente para que le saliese una sonrisa. Los recuerdos siguieron llegando a su mente y la fueron envolviendo mientras conducía. El trabajo de las reuniones era dura y, aunque se sobrellevase, ella notaba que algo iba fallando, pues, aunque conseguían reclutar gente era muy poca y cada día el impacto mediático era menor. Este tema comenzó a meterse en su cabeza y, por más vueltas que les daba, no lograba encontrar una respuesta, hasta que, un día, en casa de su abuelo, vio el reality, como, algunos de los participantes, de forma sutil, lanzaban propaganda burguesa. Entonces lo tuvo claro. 

Se convertiría en la princesa del pueblo.

Fue duro ascender. Ella pensaba que solo tendría que ponerle en empeño pero no. Daba igual que programa o cadena. La televisión entera y su industria estaba echa para sorberte el alma y consumirte cacho por cacho. En su ascenso al estrellato, vio muñecas rotas por cualquier lado. Eso era más horrible que cualquier obligación que le impusiese un productor. Pero ella, decidida, siguió adelante. Y su esfuerzo dio sus frutos. Lentamente, la propaganda hacía mella. Debido a los temas que trataban, empezó a atacar a las posiciones patriarcales que los tertulianos defendían. Ganarse a las mujeres se le hizo fácil pues atacaba a quienes iban en contra de la libertad de la mujer, o resaltando los pesares a los que estaban encadenadas. Eso le dio popularidad, y con ella pudo sacar más temas. Cuando se descubrió que uno de los tertulianos tenía al servicio en negro, ella aprovechó para resaltar el drama; dijo que era algo muy común y lo que deberían hacer contra ese crimen. Cualquier grieta que sus "compañeros" le daban ante las cámaras, era una oportunidad para expandir la palabra.

Sus compañeros de partido, al principio, estaban divididos entre aquello que quería hacer. Por supuesto que no la iban a juzgar por hacerlo, pero había militantes que tenían dudas sobre la seriedad de todo eso. Sin embargo, a medida que las palabras de Alicia iban calando en la gente, muchos veían una oportunidad para alzar al pueblo en armas. Era imposible negar que Alicia había hecho bien su trabajo y cada vez más gente simpatizaba con el partido. Todos sabían que era cuestión de tiempo que la gente se les uniera.

Por eso Alicia caminaba segura por aquellos pasillos a veces tan siniestros y poco acogedores, porque estab segura de que, algún día, los cruzaría con una bandera roja sobre el hombro.